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Archive for febrero 2011

Balas

Todo el mundo sabía que era una mujer bala. Invertía cinco segundos en arreglarse. Cuatro segundos en quedar con un chico. Tres más para besarse. Dos para acostarse. Y unas milésimas para quedarse embarazada.

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Sinpa

Le cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa. Desde que entró la ley antitabaco dejaron de tener sentido los sinpas. Ahora cualquier idiota que sale de un local con el pretexto de fumar un cigarrillo se podía volatilizar sin abonar la consumición. Antes para hacer un sinpa había que trabajárselo; despistar al camarero, mezclarse con los otros parroquianos, inventar excusas o salir huyendo a la velocidad de la luz. Hoy en día es tan fácil hacer un sinpa, que pagar es lo complicado.

-Cobre, cobre.

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Dos dedos de frente

a paraguas, b sardina, c monaguillo y d ninguna de las anteriores. ¿A qué viene esta pregunta psicotécnica? Me presento a una oposición para ser abogado del estado. Esto no es Saber y ganar, Gran hermano o ¿Quiere ser millonario? Deberían preguntarme por la ley de enjuiciamiento civil, las funciones del rey, los derechos del detenido durante un interrogatorio, la Lofage o el estado de sitio. Desde luego, al tribunal que nos examina se la ha ido la pinza. Bueno, aplicaré el sentido común, la lógica, del latín logigus y del griego antiguo λογική, lo que Kant decía que escaseaba en los humanos, lo que Hércules Poirot tenía en exceso y lo que yo…

—¡Tiempo, señores! Ya ha pasado la hora.

¿Qué? Pero si todavía estoy con la primera pregunta.

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Colgado del basket

Era un yonqui de la canasta. Cada día se metía su chute de tiros, rebotes y asistencias. Cuando permanecía más de un día alejado de las canchas sentía el mono. Su cuerpo se convulsionaba y un sudor frío le taponaba la cabeza. Se sentía estéril, sin poder lanzar más allá de la línea de tres o sin hacer mates estratosféricos. El día en que el estado prohibió el baloncesto buscó su dosis de canastas en el mercado negro. Se agenció un aro y un balón y se puso a jugar de forma furtiva en casa. A veces, compraba dosis adulteradas de partidos. Grabaciones de mala calidad que incrementaban su ansiedad. Sus familiares intentaron ayudarle. Le internaron en un centro de desintoxicación. Y para curarse el médico le obligó a jugar al fútbol.

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Sargento

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. Y como somos una pareja poco convencional en vez de usar el móvil preferimos comunicarnos escribiendo los mensajes en pos-it que pegamos en la nevera. Yo siempre le recuerdo las cosas: “No olvides comprar la leche”. “Grábame el partido de fútbol”. “Hazme lasaña para cenar”. “Plánchame el traje de rayas”. “Lávame la ropa interior”. Hace unas semanas se terminaron los pos-it y desde entonces no sé nada.

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La caña

Ciego de beber cañas, el invidente recuperó la vista.

(Microrrelato finalista de Cuenta 140 Tema: La caña)

 

Otros micros:

No le cegaron las cataratas ni tampoco las pintas. Pero sí el gigantesco culo de la morena que le tapó la niña.

Era la caña. Pescaba en aguas revueltas. Colocaba el sedal y mojaba. Hasta que un día de una sentada cazó herpes, gonorrea y VIH.

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Hastío

Le  cobran en aquella fila de la izquierda, si no le importa.

Lleva ocho horas de pie, cogiendo productos de la cinta transportadora y pasándolos por el lector de códigos. Sólo ha podido ir dos veces al baño porque los jefes la controlan cada segundo. Le pagan una miseria y está harta de decir hasta pronto cuando querría decir hasta nunca. Pero solo piensa en llegar a su apartamento, quitarse los zapatos y abrazar muy fuerte a su hijo. Es la única razón, el único motivo para no cortarse las venas y subsistir un día más en la jungla.

-No, quiero que lo haga usted y ahora.

Pi. Pi. Pi. Pi.

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Espíritu Santo

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. Y si las cuentas no me fallan no hemos tenido relaciones sexuales desde hace… Tres, cuatro, cinco años. Y claro, ¿cómo es posible que mi mujer esté embarazada? Porque si no es mío. ¿De quién puede ser? ¿Del vecino, del panadero, del Espíritu Santo?, se pregunta el carpintero mientras termina de lijar una mesa para un acaudalado hombre de negocios de Nazaret.

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Expediente X

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. Y sólo noto su presencia cuando veo la tapa del váter levantada, la tarima flotante con restos de barro, los platos sucios en el fregadero o las sábanas arrugadas. Hoy, casualmente, me lo he encontrado en la calle. Estaba muy guapo con la corbata y traje azul. E iba de la mano de una mujer.

—¿Quién es ésa? —le he preguntado.

—Mi esposa desde hace cinco años.

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¿Cuánto?

Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. —¿Eres tú Manolo? Hombre, ¡Cómo has cambiado! ¿Y esa barriga? ¿Y las patas de gallo? ¿Y esas entradas? Pero si pareces el Conde Drácula. ¿Cuánto, cuánto hace, cariño? ¿Diez, doce, trece? —Quince años, María. Desde que me fui al estanco a comprar tabaco.

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